Miles de aves viven entre la tierra y el mar, en el seno de uno de los deltas más grandes de toda la mediterránea, dunas, salinas y la autentica cultura del arroz no dejan indiferente.
Con una extensión de 330 km2, el delta del Ebro se presenta como el tercer delta más extenso de toda el Mediterráneo. Verdadera transición entre el cielo, la tierra y el mar, des del punto de vista ecológico, el delta tiene una importancia destacable, por lo que se incluyó en marzo de 1993 en la lista RAMSAR, como una de las zonas húmedas con importancia internacional. Algunos de sus espacios son ZEPAS, zona de especial protección para las aves, protegidas por la directiva de aves europeas o por el mismo Parque natural del Delta del Ebro.
Marjales, playas de dunas, salinas, lagunas, arrozales: un autentico mosaico que origina una biodiversidad única. Los canales y los arrozales constituyen el 65% del vasto terreno (el punto más alto del delta se encuentra a 5m por encima del nivel del mar). Las extensiones de cultivo están ligadas a los ciclos anuales del agua: inundar los campos de arroz con agua dulce a principios de abril y sobre el mes de setiembre, a través del sistema de canales, secar de nuevo los cultivos. Esta alternancia en los campos favorece la proliferación de animales invertebrados, que tienen una función muy importante para la alimentación de diversas aves de todo tipo: la avifauna de la zona está representada por más de 330 especies.
En otoño y invierno, el delta puede albergar un gran número de aves tanto migrantes del sud como invernantes (el delta acoge el 10% de las aves invernantes de toda la península ibérica). Muchas especies están presentes durante todo el año: anátidas, limícolas, aves marinas…pero es cuando madura el arroz en primavera, que la nidificación de la aves hace del delta un sitio lleno de vida.
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